Si Francia lucha contra el terrorismo, no se entiende por qué el presidente aceptó que Santos negociara con las FARC
El encuentro del jefe de Estado francés con gente armada de las FARC es visto por muchos como un ejemplo de doble moral. Si bien Francia lucha contra el terrorismo islamista con medios militares, tanto en Francia como en Siria-Irak, y mediante el desmantelamiento policivo-judicial de las redes yihadistas durmientes en Francia y Europa, no se entiende por qué el líder socialista francés aceptó desde hace cinco años que el Gobierno de Juan Manuel Santos negociara e hiciera graves concesiones institucionales al narcoterrorismo de las FARC.
Fragmento de la columna de Eduardo Mackenzie publicada en el diario El Comercio el 11 de enero de 2017.
Para un sector de la opinión, la visita del mandatario europeo constituye, de hecho, un respaldo irresponsable a los acuerdos Santos-FARC que los colombianos repudiaron en el plebiscito nacional del 2 de octubre pasado. Ver a François Hollande en contacto personal con un destacamento armado de FARC en el campamento de La Elvira (Cauca), equivale a pasar por encima de la voluntad de las mayorías colombianas de obtener un acuerdo de paz diferente, menos peligroso para el sistema democrático, y asumir una posición de indiferencia relativa ante el dolor de las millones de víctimas de la agresión narcocomunista.
Otro elemento que enmarca mal la visita de Hollande es lo que está ocurriendo en esos campamentos donde las FARC, se supone, deberían únicamente estar para probar que han frenado su acción ilegal, que se están concentrando pacíficamente y disponiéndose a entregar las armas. En días pasados, la prensa colombiana reveló vídeos en los que, por el contrario, se ve a varios ‘observadores’ y delegados oficiales de la ONU bailando con guerrilleros de las FARC, en ruidosas fiestas de fin de año, con alcohol, armas y menores de edad, en dos de esos campamentos, uno en la Guajira y otro en el Cauca.
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